Fernando Valerio Gil (1806-1863) fue uno de los principales líderes militares de la República Dominicana en sus momentos fundacionales. Aunque es mayormente recordado por su papel estelar en la Batalla del 30 de Marzo de 1844, su legado también se extiende a los primeros impulsos que conducirían, años más tarde, al inicio de la Gesta Restauradora de 1863.
El Centauro del Cibao
Nacido en Sabana Iglesia, Santiago, Fernando Valerio fue un campesino devenido militar, profundamente conectado con la identidad y los valores del Cibao. Se ganó el apodo de «El Centauro del Cibao» por su extraordinaria destreza como jinete y su valentía en el campo de batalla.
Durante la Batalla del 30 de Marzo, se destacó liderando la carga de caballería que desbarató al ejército haitiano comandado por el general Jean-Louis Pierrot. Su arrojo y su liderazgo marcaron un punto de inflexión que consolidó la independencia recién proclamada el 27 de febrero de 1844.
De la Independencia a la Restauración
Aunque Valerio no participó directamente en las etapas finales de la Restauración, su vida fue profundamente marcada por la lucha por la soberanía. Fue uno de los dominicanos que rechazaron abiertamente la anexión a España en 1861, considerándola una traición al sacrificio de los independentistas.
Ese rechazo, tanto por sus acciones como por su influencia simbólica, alimentó la conciencia colectiva del Cibao, que más adelante sería el escenario inicial de la lucha restauradora. Su postura firme contra la traición de Pedro Santana lo convirtió en referente moral de los jóvenes restauradores como Santiago Rodríguez, Benito Monción y Gregorio Luperón.
Su legado
Fernando Valerio falleció en 1863, poco antes del estallido oficial de la Guerra de la Restauración. No obstante, su espíritu de resistencia y dignidad nacional sobrevivió en las montañas del norte y en los corazones de los patriotas. Hoy, su nombre adorna calles, escuelas y cuarteles, especialmente en Santiago, como símbolo de coraje cibaeño.
Fue, sin duda, un hombre de su tiempo: rudo, leal, incorruptible. No buscó riquezas ni cargos políticos. Su lucha era por la patria, no por el poder.







































