San Juan de la Maguana, tierra de historia, luchas independentistas y orgullo agrícola, vive hoy entre la nostalgia del pasado y las carencias del presente. Las imágenes de campos verdes y producción de habichuelas que llenaban titulares en décadas pasadas contrastan con la realidad actual: bajos precios, abandono técnico y escaso apoyo estatal.
Los productores han denunciado en múltiples ocasiones que las visitas oficiales se han vuelto actos simbólicos sin planes sostenibles. “Prometen cada campaña y se olvidan el resto del tiempo”, dice Ramón Mateo, agricultor de El Cercado. La mecanización del campo avanza en otras regiones, pero en San Juan muchos siguen sembrando como en los años 80.
El éxodo de jóvenes hacia Santo Domingo o Nueva York ha dejado comunidades fantasma. Escuelas rurales con menos de 10 estudiantes, centros de salud sin médicos fijos, caminos vecinales destruidos. Mientras tanto, las inversiones millonarias se concentran en el Cibao o en polos turísticos del Este.
En el discurso político, San Juan sigue siendo “prioridad nacional”. En los hechos, figura en los últimos lugares en generación de empleo, acceso a servicios y ejecución presupuestaria. “Los números no mienten”, señaló un informe de la Cámara de Cuentas sobre la región sur.
Una tierra rica que produce poco. Una provincia histórica que hoy pide atención real. San Juan no necesita más discursos: necesita inversión, planificación y voluntad política para recuperar su papel protagónico.







































